Una odisea la que vivieron Darío y Edgar, que comenzaba en el primer tramo, mientras iban a muy buen ritmo y rompían la carcasa de la caja de cambios, comenzando a entrar humo al habitáculo por la valvulina contactando con el escape. Cerca de meta hacían un trompo y los aficionados los paraban, temerosos de que hubiese fuego en el motor y, tras parar y revisar, volvían al coche para terminar el tramo. Aunque lo intentaron, no pudieron reparar en la asistencia, saliendo al segundo tramo despacio con los 4 intermitentes y siendo neutralizados en el último, pudiendo decir al menos, que consiguieron terminar esta dura carrera.


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